miércoles, septiembre 01, 2004


La desobediencia civil posible

Olga Ramos

Asociación Civil Asamblea de Educación

Para mi amiga Carolina Jaimes

Vuelve al ruedo la política de la desobediencia civil generalizada como mecanismo para lograr la salida de la crisis que agobia a Venezuela. Esta vez forma parte de la agenda de discusión de varios grupos de la oposición y de ciudadanos reunidos en Asambleas y surge como opción ante el fracaso del Referendo Revocatorio Presidencial, mecanismo electoral que fue burlado por las trampas que secuestraron la expresión de la voluntad de la mayoría del electorado.

Muchos de los que han promovido antes y promueven ahora a la desobediencia civil como mecanismo para la salida de la crisis, la plantean como una especie de llave mágica que llevará al país a un nivel tal de ingobernabilidad, que tendrá como efecto natural la renuncia del presidente o que se haga posible el tan esperado cambio de gobierno.

Sin embargo, los aprendizajes que podemos obtener de las experiencias en las que la desobediencia civil ha sido un mecanismo de lucha política exitoso, nos dicen que no funciona de tal manera, lo que es consistente con el análisis que en buena parte de la oposición hemos hecho sobre la naturaleza de la lucha política en Venezuela y que se concreto en el diseño de la estrategia del cerco democrático. El cerco democrático plantea que no existe una sola acción que por “su naturaleza” logre un propósito de tan alta monta como lo es el cambio de gobierno. Por lo tanto, solo el trabajo simultáneo en diversos flancos, tantos como sea posible, garantiza el éxito de la estrategia.

Esto no quiere decir que se deseche de antemano el mecanismo de la desobediencia civil. De hecho, en cualquiera de los flancos en los que se desarrolla la estrategia del cerco democrático, la desobediencia es una táctica posible a emplear. Pero para decidir si se aplica o no, requerimos comprender el propósito que con su aplicación se perseguiría en cada caso, así como el mecanismo de desobediencia que se escogería.

Para ello, es importante tener en cuenta varias cosas. En primer lugar que no se puede desobedecer en abstracto. Se desobedece a una o varias reglas de juego que se consideran injustas o violatorias de principios de vida o de la institucionalidad existente. En segundo lugar, cada acción de desobediencia debe tener un objetivo específico y estar enmarcada en un propósito mayor, es decir, una acción de desobediencia no necesariamente es eficiente de forma aislada o por sí misma, si no se encuentra en un marco estratégico determinado y contribuye específicamente a avanzar en el propósito estratégico que se persigue.

En tercer lugar, la desobediencia es un mecanismo sustentado en la creatividad de la gente y hay muchas formas que puede tomar este mecanismo en un momento específico; de hecho, se pueden emplear acciones de diversa índole para lograr un mismo propósito, pero la selección o el diseño de la acción a emplear, dependerá del contexto en que se aplique y de las características específicas de la lucha en la que se enmarca.

En cuarto lugar, la desobediencia civil, si bien es un mecanismo de lucha pacífica, tiene riesgos asociados a la política del gobierno para tratar con la disidencia y la protesta ciudadana o en los casos en los que la lucha trasciende la oposición a un gobierno o régimen específico, tiene riesgos asociados a las reacciones del resto de la sociedad en la que se quieren promover los cambios. Estos riesgos deben ser asumidos de forma consciente por quiénes ejecutan las acciones de desobediencia.

Parte del diseño de estas acciones, es la forma como serán instrumentadas, esto es, más allá del propósito y las actividades específicas, se debe considerar que para que tengan el efecto esperado, es importante trabajar sobre la intensidad, la periodicidad, y el momento de aplicación que tendrán. En este caso, es importante saber que no es necesario que una acción de desobediencia siempre sea masiva para que cumpla con el propósito establecido. En este mismo marco, otro elemento clave en el diseño de las acciones de desobediencia es su carácter progresivo y acumulativo, esto permite entender que estas acciones pueden ser de aplicación progresiva con el objeto de ir haciendo creciente el rechazo a la regla de juego cuestionada. Lo mismo puede aplicarse al propósito, ya que la selección del mismo para cada acción, puede estar asociada a un propósito parcial que permita alcanzar progresivamente el máximo objetivo de la lucha.

Teniendo en cuenta estos aspectos de la desobediencia civil, y dada la situación por la que está atravesando en este momento en Venezuela, en los que la institucionalidad está siendo permanentemente destruida y transformada, en los que hay una flagrante violación a los derechos políticos de los ciudadanos por parte de todos los poderes del Estado y en la que hay un ataque a las normas mínimas de convivencia de la ciudadanía, se pudieran instrumentar muchísimas acciones de desobediencia civil, orientadas a luchar por el restablecimiento de la institucionalidad y la justicia en Venezuela, por el restablecimiento de los derecho políticos de todos los ciudadanos y por el reconstrucción de un clima mínimo de paz y convivencia entre todos los ciudadanos.

En este marco, me atrevo a proponer una acción específica de desobediencia que tenga como fin último, la salida de la crisis de Venezuela, y como propósito u objetivo específico, la reconstrucción de un clima de paz y convivencia ciudadana.

Como todos hemos podido presenciar, después del fraude en el revocatorio, el discurso presidencial retoma su tono corrosivo, excluyente y agresivo. Chavez se empeña en mantener su posición autoritaria y su práctica de anular al otro, que se concreta en que todas las personas que no están de acuerdo con su proyecto, son borradas del mapa político venezolano, y paralelamente, el gobierno comienza una vez más a montar el consabido parapeto del diálogo al que sólo tienen entrada los amigos del presidente y de su proyecto. El ejecutivo pretende, revestido de presunta legitimidad renovada, profundizar la escisión y la exclusión en Venezuela, con una nueva versión de la trillada lucha contra la oligarquía, los supuestos representantes del pasado y los enemigos de los pobres.

La regla de juego aquí es la exclusión política, el desconocimiento del que piensa diferente como actor válido y participante en las discusiones y en la toma de decisiones sobre el rumbo que Venezuela debe tomar. Esta regla de juego, que los máximos voceros del oficialismo vuelven a poner en la palestra, es la que se proponer atacar con esta propuesta de desobediencia ciudadana. Por tanto, esta acción estaría enmarcada en el reconocimiento al otro como actor válido en la dinámica socio-política de Venezuela.

¿Cómo se concreta esta acción? Con la organización en cada comunidad de reuniones de Asambleas de Ciudadanos que funcionen como espacio de encuentro entre chavistas, antichavistas y las personas que dicen no estar de acuerdo con ninguno de estos dos grupos. Para que sean efectivas, las mismas se pueden organizar en mesas de trabajo en las que los participantes se sienten a compartir una agenda de discusión e intercambio. Los temas de esta agenda, podrían ser: a) la visión que cada uno de los ciudadanos presentes sueña para Venezuela y con base a ello, identificar los terrenos comunes de acuerdos entre las visiones de todos y las diferencias existentes; b) los problemas que hay que erradicar del país y cómo hacer para lograrlo entre todos; c) cómo creemos que podemos mejorar la comunicación y el entendimiento entre todos; d) cuáles son las exigencias que, como ciudadanos tenemos, para nuestros líderes políticos, cómo queremos que se ejerza el liderazgo, cómo deben relacionarse los partidos políticos y las organizaciones ciudadanas que ejercen acción política, con el resto de los ciudadanos; e) qué exigimos a nuestros gobernantes y cuáles son los mecanismos de participación y de control social de la gestión pública que estamos dispuestos incorporar a nuestra vida ciudadana; f) en qué cosas se expresa la exclusión y cómo combatirla; g) cómo podemos construir una salida a la crisis política, social y económica que estamos viviendo en Venezuela y cuál es el rol que debe jugar cada quién; h) que acciones de desobediencia civil podemos instrumentar de forma conjunta para lograr el cambio deseado en Venezuela. Estos temas, entre otros, pueden formar parte de estos espacios de encuentro ciudadano.

La idea es que sean reuniones abiertas, organizadas en un primer momento en pequeños grupos de trabajo para maximizar la participación de cada una de las personas y para que haya suficiente tiempo para el intercambio y que posteriormente se organicen sesiones de trabajo para compartir los resultados de cada grupo con el resto. Inicialmente, se debería privilegiar la participación de los ciudadanos de a pié, por lo que se recomienda que se haga sin grandes ponentes. Y posteriormente y de acuerdo a las decisiones que tome cada grupo, las reuniones se pueden organizar con los invitados especiales que se requieran para dar un debate sobre propuestas y ópticas de diversos líderes sociales y políticos.

De esta manera y desde las bases podemos encontrar juntos en qué nos parecemos y en qué somos diferentes; en qué coincidimos y en qué diferimos, tanto en lo que pensamos como en lo que queremos y de esta forma evaluar cómo podemos vivir con base a las coincidencias y trabajar para transformar las divergencias en nuevos acuerdos; cómo podemos hacer para trabajar juntos en ello. En otras palabras, de esta manera y desde las bases podemos combatir en la práctica y con fuerza, la política de exclusión de este régimen, construyendo la convivencia y la reconciliación entre todos.