¿Será que algún día podremos volver a debatir en Venezuela sobre educación?
Olga Ramos
Asociación Civil Asamblea de Educación
El estilo autoritario predominante en el actual gobierno nos ha llevado a plantearnos los asuntos de políticas públicas en términos de blanco y negro, de estar o no con la revolución. Pareciera que no hay espacio para que se discutan políticas o propuestas, más allá de las defensas o ataques radicales que, en última instancia, son producto del miedo de unos o de la arbitrariedad de los otros. Nos acostumbramos a un gobierno que defiende a capa y espada su mal llamado “proyecto revolucionario” y a una oposición que se defiende a cómo de lugar de todo lo que pueda parecer una amenaza.
La política educativa no escapa a ello. En los extremos nos encontramos con proyectos plagados de fanatismos “revolucionarios” pero muy deficientes en contenido técnico y hasta político, y con la alarma y el pánico de la gente provocando que se ignore el debate sobre los temas de fondo y que la gente se paralice ante lo que perciben como impotencia para controlar sus vidas e incidir en el futuro del país, fenómeno denominado la “desesperanza aprendida” por los científicos sociales. No discutir y no actuar, son las consecuencias de la dinámica perniciosa que se ha instalado en Venezuela. Estamos a tiempo de romper con esta dinámica rescatando el derecho que tenemos todos a participar en el debate y para ello, podemos aprovechar que quiénes están actualmente al frente del Ministerio de Educación y Deportes han salido a la palestra pública a dar el debate.
¿Queremos construir una política educativa de Estado que responda a los intereses nacionales y no al proyecto de un partido? Entonces es el momento de decirle al Ministro Istúriz que el Estado Docente, en una democracia participativa, incluye a la sociedad en la toma de decisiones sobre las grandes políticas educativas, que la definición del Estado Docente pasa por discutir quién define y dónde y cómo se decide la política educativa; que esa sociedad quiere que se discuta abiertamente y que se decida de forma participativa cuál es el rol de la escuela y del sistema educativo en la sociedad, qué estamos entendiendo por equidad y cómo se garantiza una “educación de calidad para todos”.
También es el momento de que le tomemos la palabra a la Directora Nacional de Comunidades Educativas del MED, y discutamos con propuestas el contenido de la nueva resolución de comunidades educativas, para lograr que se respete la diversidad de las escuelas, que en lugar de una estructura engorrosa y burocrática, se planteen unos principios generales que hagan efectiva la participación de las personas, con mecanismos democráticos e incluyentes y que garanticen que la función educativa de la escuela esté por encima de las aspiraciones políticas de grupos o individualidades.
¿Queremos evitar que las escuelas se conviertan en centros de adoctrinamiento político, de cualquier signo y que garanticen una educación de calidad para nuestros muchachos? Entonces es el momento de ocuparnos de lo que sucede en nuestras escuelas, de asumir el rol que nos corresponde como miembros de las comunidades de las escuelas de Venezuela; es el momento de vigilar el contenido del Proyecto Pedagógico de la escuela, para garantizar que tengamos efectivamente una educación de calidad.
Debatir y actuar es lo que nos toca si de verdad queremos romper con la dinámica perniciosa que se ha instalado en Venezuela.
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