viernes, octubre 28, 2005

Esqueletos, afiches y calabazas

Olga Ramos

Asociación Civil Asamblea de Educación


Entre esqueletos, afiches y calabazas germina, una vez más, la ilusión del cambio de gobierno en una parte de la población venezolana. Pero, esqueletos no son afiches, ni afiches son calabazas.


Esqueletos

La aparición de los esqueletos, así como la de las estatuas con tapa-bocas que pudimos apreciar hace un tiempo, constituye una acción de protesta no-violenta, muy creativa por cierto, que expresa una opinión política y pone en evidencia algo sobre lo que se quiere llamar la atención del gobierno, del país, incluso, de la comunidad internacional. De este mismo tipo, son las diversas acciones que han organizado los jóvenes de Primero Justicia frente al TSJ y la Fiscalía, Un Sólo Pueblo frente a la Defensoría, o Queremos Elegir en los semáforos, por mencionar algunas que me vienen a la memoria.


Afiches

Otra cosa es la aparición de los afiches que, al parecer, promocionan la “activación” del artículo 350 de la constitución nacional. Son afiches con un bonito diseño cuyo contenido central es un número, el 350, pero que no aclaran más nada. Y ¿por qué la aparición de estos afiches no se puede considerar como una acción del mismo tipo que la de los esqueletos? Es obviamente por su propósito u objetivo. Mientras el primer tipo de acción pretende poner en evidencia una situación y protestar contra ella, los afiches promueven la desobediencia de la población o el desconocimiento del régimen actual.

Pero, ¿qué es lo que dice el artículo 350? El artículo 350 hace legal y constitucional el derecho que toda persona tiene a disentir cuando se violan los derechos humanos y los principios, valores y garantías democráticas y a actuar en consecuencia, desconociendo al régimen, autoridad o legislación que los viola. Y como desconocer es desobedecer, este artículo se relaciona, con frecuencia, con la desobediencia civil.

Ahora está, es importante precisar varias cosas sobre el 350. En primer lugar, el derecho a desobedecer a una autoridad o ley, así como el derecho a desconocer a un régimen porque estos violen los derechos humanos y los principios, valores y garantías democráticas, es un derecho universal que no necesita estar consagrado en ningún texto legal para que sea reconocido como tal. Pero, que se reconozca ese derecho a las personas y a los pueblos, no significa que quién lo ejerza tenga una especie de de escudo protector o amparo constitucional que le permita evitar las consecuencias de ejercerlo. Pensar así es totalmente ingenuo. “Invocar o activar” la desobediencia, implica, de alguna manera, declarar la guerra al régimen, a la autoridad o a la legislación que se adversa y cuando esto sucede en un régimen autoritario que está violando los derechos de los ciudadanos y atentando contra el sistema democrático, es de esperar que dicho régimen o autoridad, desconozca ese derecho, incluso, se defienda tratando de demostrar que no hay tal violación sino que se trata de un empeño desestabilizador de personas o grupos que no respetan la democracia y que utilice la fuerza y la represión contra ellos. No podemos olvidar que en ese caso a quién le toca definir si se reconoce o no la legitimidad de la protesta, es la autoridad que está violando el derecho por el que se protesta y si se trata de un régimen en el que no existe la separación de los poderes, ni siquiera habrá a quién apelar.

En segundo lugar, como es por todos sabido, no se puede desobedecer en abstracto, por lo que no basta “invocar” al 350 para que este tenga efecto, hay que definir qué es lo que se desconoce y cómo se desconoce. Y por supuesto, más allá de esas definiciones, la aplicación del 350 se hace para restituir el orden violentado, por lo tanto, las acciones asociadas al mismo, deben tener claros objetivos relacionados con la violación que lo motiva.

En tercer lugar, es importante recordar que el 350 no es el equivalente a una varita mágica que va a resolver la crisis del país, o, en el caso más sencillo, que va conducir instantáneamente a un cambio de gobierno. Cuando un país tiene una crisis institucional y política severa, cuando se enfrenta al combate de un gobierno autoritario, la lucha es a fondo, larga y sostenida, y la estrategia debe plantear el alcance de progresivo de los objetivos. Quiénes no entienden ésto confunden la salida a la crisis del país con la elevación de una plegaria al cielo. Quiénes no entienden y asumen el tenor de la lucha, se engañan y engañan al resto con una promesa o ilusión de cambio que nunca llega a concretarse. Mucha agua ha corrido bajo los puentes en Venezuela como para que no hayamos aprendido de qué se trata la lucha y cómo nos sale librar cada una de sus batallas.


Calabazas

Mención aparte merecen las calabazas que aparecieron recientemente en Caracas. Quizá cuando escuchamos la noticia o vimos las primeras reseñas, la reacción natural fue asumir que se trataba de una acción del mismo tipo que la de los esqueletos y confundirlas con una expresión de protesta no violenta, o confundirlas con un llamado a la población para activar el 350, como el de los afiches. Incluso, una lectura ingenua de lo visto en las reseñas pudiera permitirnos identificar como el mensaje de las calabazas, algo así como que el gobierno tiene en sus manos una bomba de tiempo que, de estallar, los llevará, a través del 350, a pagar con cárcel los desmanes y abusos de poder y la corrupción.

Esa lectura ingenua, quedó matizada por la utilización de algunos símbolos que hacen difícil de entender el mensaje, porque generan confusión y resultan contradictorios con el espíritu de una acción de lucha no-violenta. Me refiero a que las calabazas simularan mecanismos explosivos, que es algo que invoca a la violencia y que parece estar más asociado a la amenaza de un grupo subversivo, que a acciones pacíficas; y a que estas estuvieran decoradas como las que se utilizan en Estados Unidos el 31 de octubre, en la celebración del día de brujas que es conocido como Halloween, lo que pareciera ponerle fecha a la supuesta amenaza.

A quién quiera que sea que organizó la aparición de las calabazas, es importante decirle que, si se trata de una acción de protesta en el marco de la lucha no-violenta, debe reconocer que resultó menos creativa y confusa que las organizadas anteriormente por otros grupos y que la simbología es contradictoria con el espíritu de la lucha que pretende promover. Pero que si no se trata de eso sino de una advertencia de un grupo subversivo, del bando que sea, es bueno que sepa que los venezolanos rechazamos la violencia y que somos demócratas de vocación por lo que combatimos a quién pretenda imponerse sobre el resto, por la fuerza. Y si se tratara, como han insinuado algunos, de una estrategia surgida de filas del oficialismo para justificar alguna medida o para reforzar la idea de “gobierno amenazado” que se ha tratado de vender a nivel internacional, lo que sale es decirles que dejen de perder el tiempo y de hacérnoslo perder a todos, que se dediquen a gobernar que para eso les pagamos y que lo que salta a los ojos no necesita anteojos por lo que no hay cortina de humo que les permita disimular o esconder los desastres del gobierno, el incumplimiento de sus ofertas electorales y las violaciones al estado de derecho que están a la vista.

25 de octubre de 2005 (Publicado en el Gusano de Luz, 27 de Octubre 2005)

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